Cómo la educación inicial fortalece el desarrollo infantil temprano
Por: USMP Virtual
4 de noviembre de 2025

Cuando un niño descubre que puede amarrarse los zapatos solo o reconoce su nombre en una hoja de papel, ocurre algo más: su cerebro crea nuevas conexiones. Esa red neuronal que se expande cada día es el centro del desarrollo infantil temprano, un proceso que define buena parte de quiénes seremos en cada parte de nuestras vidas.
Durante esta etapa, el aprendizaje es movimiento, emoción, lenguaje, vínculos y juego. Y detrás de cada pequeño avance hay un profesional que acompaña, observa y guía con intención: el docente de educación inicial.
¿Cuál es la importancia del desarrollo infantil temprano?
En los primeros años de vida —especialmente entre los 0 y 5 años— el cerebro alcanza su mayor capacidad de crecimiento y plasticidad. En esta etapa se forman millones de conexiones neuronales que influirán en sus habilidades cognitivas, emocionales, motrices y sociales a lo largo de la vida.
En este periodo del desarrollo infantil, a través de una educación inicial de calidad, permite prevenir dificultades futuras, mejorar el rendimiento escolar y promover una ciudadanía más empática, autónoma y saludable.
¿Qué tiene que ver el neurodesarrollo en el aprendizaje infantil?
El neurodesarrollo es el proceso en el que el cerebro madura, organiza funciones y construye las bases de su aprendizaje y comportamiento. Cada experiencia temprana —una palabra, una caricia, un juego— estimula millones de conexiones neuronales.
Comprender esto es importante, para cualquier profesional que acompañe la etapa del desarrollo infantil, porque las experiencias de los primeros años no solo moldean el intelecto, también la gestión emocional, la empatía y la capacidad de resolver problemas.
Por eso, la importancia del desarrollo infantil temprano va mucho más allá de la escuela: invertir en esta etapa significa garantizar que todos los niños, sin importar su entorno, tengan las mismas oportunidades de aprender, crecer y participar plenamente en la sociedad. De esta forma, la educación en los primeros años se convierte en un punto de partida real para construir comunidades más justas y equitativas.
¿Qué debe saber un docente de la etapa del desarrollo infantil?
Cada etapa del desarrollo infantil requiere enfoques pedagógicos distintos . Por ejemplo, entre los 0 y 2 años, el vínculo afectivo y la estimulación sensorial son esenciales. A partir de los 3 años, se fortalecen habilidades como el lenguaje, la coordinación motora y la capacidad para socializar.
Un docente de educación inicial debe identificar estos hitos para ajustar sus estrategias: desde cómo organizar el aula hasta qué tipo de juegos o rutinas utilizar. Reconocer las necesidades reales de cada etapa permite intervenir a tiempo y potenciar el desarrollo integral infantil de forma respetuosa y efectiva.
Educar con base en las emociones
Un buen maestro no enseña al cerebro: enseña al niño. Y eso implica adaptar cada experiencia de aprendizaje a su etapa del desarrollo infantil, atendiendo tanto los aspectos cognitivos como los emocionales y sociales.
En la práctica, integrar el neurodesarrollo puede verse así:
- Planificar experiencias multisensoriales: el cerebro aprende mejor cuando involucra todos los sentidos. Cantar, tocar texturas o jugar con movimiento refuerza la memoria y la atención.
 - Fomentar el juego libre: el juego estimula la creatividad y la autorregulación emocional, esenciales para el desarrollo integral infantil.
 - Observar y registrar: cada niño tiene su propio ritmo de maduración. Registrar avances y dificultades permite ajustar estrategias sin comparaciones injustas.
 - Crear ambientes emocionales seguros: un niño que se siente cuidado aprende más y mejor. La seguridad emocional favorece la plasticidad neuronal.
 
Estas acciones, aunque simples, están respaldadas por décadas de investigación en formación docente y neurociencia aplicada. Un docente informado puede transformar un aula de educación inicial en un entorno donde el aprendizaje fluye de forma natural.

Lo que un docente de educación inicial debe comprender sobre el desarrollo cerebral
Quienes eligen la carrera de educación inicial asumen la responsabilidad de acompañar los primeros pasos del pensamiento, la curiosidad y la empatía. Para hacerlo, necesitan una sólida formación docente, con base teórica, pero también habilidades blandas y mucha sensibilidad humana.
Entre los conocimientos y competencias están:
- Comprender los principios del neurodesarrollo: reconocer cómo el entorno y las emociones influyen en la maduración cerebral.
 - Actualizarse constantemente: la ciencia educativa avanza rápido, por lo que la capacitación continua es esencial.
 - Dominar la observación pedagógica: identificar señales tempranas de dificultades en el desarrollo infantil temprano permite intervenir a tiempo.
 - Vincular teoría y práctica: integrar la neuroeducación en el aula con actividades que estimulen la atención, la memoria y la coordinación motora.
 - Trabajar con familias: la escuela es un espacio clave, pero el hogar completa la ecuación del desarrollo integral infantil.
 
¿Cuáles son los retos en la formación del docente en educación inicial?
Los retos incluyen el equilibrio entre la teoría científica y la realidad cotidiana. Muchos maestros deben adaptar estrategias de neurodesarrollo en contextos donde los recursos son limitados —por ejemplo, aulas con alto número de estudiantes o sin materiales especializados—, lo que requiere creatividad, colaboración y empatía.
También pueden influir múltiples factores, como la escasa interacción verbal entre los niños y sus familias o el uso excesivo de dispositivos electrónicos desde edades tempranas. Estas condiciones afectan las habilidades comunicativas y socioemocionales, lo que representa un desafío adicional para los educadores.
Por ello, los retos en la formación del docente de educación inicial incluyen no solo dominar estrategias pedagógicas de calidad, sino también desarrollar competencias para atender estas nuevas realidades: acompañar a familias, fomentar la regulación emocional y crear entornos de aprendizaje más equilibrados frente a la influencia de lo digital.
Las metodologías activas en la educación primaria representan un enfoque pedagógico que favorece la participación y la autonomía desde las primeras etapas escolares. Este tipo de estrategias se articula con la importancia del desarrollo infantil temprano, pues promueven experiencias de aprendizaje integrales que fortalecen tanto las habilidades cognitivas como las socioemocionales desde los primeros años.
Cómo el neurodesarrollo transforma la enseñanza inicial en comunidades rurales
En la comunidad de Ccorca, Cusco, el proyecto Cuidados adecuados para el desarrollo de la primera infancia logró integrar los principios del neurodesarrollo en entornos rurales donde los retos en la formación del docente de educación inicial son evidentes.
Docentes y familias fueron capacitados para convertir el aula en un espacio multisensorial: incorporaron canciones para estimular el lenguaje, rutinas rítmicas para reforzar la memoria y juegos cooperativos que fortalecieron la autorregulación y la empatía.
Al término del programa, impulsado por la Fundación Social Universal y el C.E.C. Guaman Poma de Ayala, los resultados fueron notorios: niñas y niños de entre 3 y 5 años mejoraron su coordinación motora, vocabulario y capacidad de atención, indicadores directamente relacionados con el fortalecimiento del desarrollo infantil.
Este proyecto no solo evidenció la importancia del desarrollo infantil temprano, también el valor de la formación docente como eje del cambio educativo.
El compromiso colectivo con la infancia
Invertir en la formación docente es apostar por una educación más humana y científica. El conocimiento del neurodesarrollo no es un plus académico, sino una herramienta práctica para mejorar la vida de las niñas y los niños en su etapa más sensible.
Más que enumerar dificultades, los actuales retos en la formación del docente de educación inicial exigen replantear la manera en que concebimos la preparación profesional. Esto implica fortalecer la actualización continua, crear redes de apoyo pedagógico y fomentar políticas educativas que reconozcan el valor estratégico del trabajo docente en la primera infancia.
La educación inicial es la base del aprendizaje, y quienes la enseñan se convierten en “arquitectos” del desarrollo infantil temprano. Incorporar saberes neuroeducativos en la formación y práctica docente permite garantizar que cada experiencia, por pequeña que parezca, contribuya al bienestar emocional, cognitivo y social de la niña y el niño.
Fuentes:
Campos, A. L. (2014). Los aportes de la neurociencia a la atención y educación de la primera infancia. UNICEF; Banco Mundial; Cooperación Japonesa (Proyecto ADEPI); Cerebrum – Centro Iberoamericano de Neurociencia, Educación y Desarrollo Humano. Recuperado de https://elephantwise.org/wp-content/uploads/2020/03/UNICEF-Neurociencia-y-Educaci%C3%B3n.pdf
Ministerio de Educación del Perú (MINEDU). (2023). Lineamientos para el fortalecimiento de la educación inicial en el Perú. Lima: MINEDU.
Harvard University Center on the Developing Child. (2023). The Science of Early Childhood Development. Recuperado de https://developingchild.harvard.edu/
UNESCO. (2022). Educación y desarrollo integral infantil: políticas para la primera infancia. París: UNESCO.




